Los tecnopolios de Postman y las grandes compañías de Inteligencia Artificial
Por Eduardo Portas
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El autor es director de HitPoint.mx, portal
especializado en investigación de temas juveniles en México
Fue Neil Postman (1931-2003), uno de los
teóricos más importantes de la corriente teórica de la Ecología de Medios,
quien definió un tecnopolio como un entorno en donde se deifica a la
información sobre todas las cosas, lo que acaba por transformar la cultura al romper
las defensas mentales de la gente.
Hace apenas unos años un puñado de
compañías dedicadas de manera directa o indirecta al procesamiento masivo de
información lograron introducir a buena parte de los trabajadores de
información a ese nuevo entorno.
La lista corta incluye a OpenAI, Google,
IBM, Microsoft, NVIDIA, Amazon, Anthropic y Anduril.
El objetivo del tecnopolio, a decir del
autor en su libro Technopoly. The Surrender of Culture to Technology (1993), es
"generar, acumular, y distribuir más información de manera más
conveniente, a una mayor velocidad que nunca" (p.61).
Es difícil leer esa cita e ignorar el
profundo cambio socio-cultural que millones de personas han vivido a partir de
la explosion de sistemas de IA de fácil acceso.
Más aún cuando el autor afirma que en el
tecnopolio la información es elevada a un estatus metafísico: la información
como un medio y un fin para la creatividad humana, en donde la vida de las
personas se desarrolla para acceder a la misma, aún cuando no se cuestiona el
objetivo de dicha acción.
En pocas palabras, el tecnopolio es tanto
un cultural como mental. "La cultura busca su autorización en la
tecnología, encuentra su satisfacción en la
tecnología, y recibe órdenes de la tecnología" (Postman, 1993,
p. 71) [traducción propia].
La consecuencia es la disolución del
sistema de creencias tradicionales. Los que se sienten más a gusto en un
tecnopolio son aquellos que están convencidos de que el progreso técnico es el
logro supremo de la humanidad y a través del cual se resuelven los más
profundos dilemas.
Postman cuestionó el enamoramiento del
individuo contemporáneo con la tecnología y la información.
Desde su perspectiva, los problemas
fundamentales de la humanidad no se resuelven a partir de la acumulación de mayor
cantidad de datos.
Las personas deben aprender a controlar los
artefactos y sistemas, pues la tecnología se hizo para el hombre y no a la
inversa.
Cuando se trastorna ese paradigma,
argumenta, se construyen dioses falsos y se crea una religión que genuflexiona
sumisamente ante la innovación. Por tanto, es ilógico abrazar tecnologías que
posibilitan el cambio simplemente porque pueden sin antes cuestionar su
propósito.
En el fondo, las ideas de Postman ofrecen
una visión humanista ante el desbordamiento de los
media y la data.
Para reflexionar sobre los asuntos
humanistas que valen la pena analizar cuando se trata de
comprender a los media, el autor realiza
una serie de preguntas en un estilo que replica en varios de sus
textos, en vista de que asigna mayor
importancia a las interrogativas que a las respuestas.
La primera de ellas, en donde pide valorar
la capacidad de abstracción de las personas, es: ¿Hasta qué punto contribuye un
medio a los usos y desarrollo del pensamiento racional?
La segunda: ¿Hasta qué punto contribuye un
medio al desarrollo del proceso democrático?
En tercer lugar: ¿Hasta qué punto
contribuye un medio al mayor acceso de información significativa?
Y finalmente: ¿Hasta qué punto un nuevo
medio aumenta o disminuye nuestro sentido moral, nuestra capacidad de ser
bondadosos?
Esas cuatro preguntas bastarían para
cuestionar los dos frentes digitales que han modificado con mayor fuerza el
entorno de la humanidad en los últimos veinte años: redes sociales e
inteligencia artificial de fácil acceso.
¿Han incrementado nuestra capacidad de
pensar racionalmente? La respuesta es debatible. ¿Incrementaron nuestro
desarrollo democrático? Muchos dirían que no. ¿Nos han permitido un mayor
acceso a información de alta calidad? De nuevo, la mayoría diría que no. Por
último, ¿a partir de ellas incrementamos nuestro sentido moral y bondad? Eso
está por verse.
Estas preguntas son difíciles de responder
a botepronto. Algunos afirmarán que no hay ninguna duda que la sociedad, en
general, está mejor con el uso continuo e intenso de redes sociales e
Inteligencia Artificial.
Otros, una parte no menor, exactamente lo
contrario. Para estos, las pantallas han degenerado las prácticas sociales
establecidas.
En cualquiera de los casos, lo que ha
quedado claro es la inmersión tecnopólica en la que ahora nos encontramos.
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