Cine y ética en la comunicación y el entretenimiento
El cine es un espejo de dos
caras: es sujeto de juicio ético y por el otro lado, refleja dilemas éticos que
han atravesado diferentes sociedades a lo largo de los años. Un aspecto ético
que suele retratar el cine, son historias sobre el papel de los medios de
comunicación, como interlocutores de las comunidades a las que sirven.
Hay varias cintas en torno a medios
de comunicación puestos en jaque. Quizá la más famosa es Todos los hombres del presidente (Pakula, 1976), que relata cómo un
par de reporteros del Washington Post, lograron la caída del presidente Richard
Nixon, revelando el escándalo de Watergate.
Esta emblemática película, demuestra
el rompimiento definitivo entre gobierno y prensa. Después de años de luna de miel,
de omisiones y concesiones por parte de los medios hacia las autoridades
estadounidenses, Woodward y Bernstein (interpretados por Robert Redford y
Dustin Hoffman), deciden ventilar el espionaje hacia los contrincantes
demócratas, destapando una cloaca. La presión mediática y el impacto público
fue tal, que Nixon terminó renunciando. La película retrata bien el dilema de
enfrentarse al más alto poder de la nación.
De ese mismo año, está la
fabulosa Network (1976), de Sidney
Lumet. En ella, un conductor de noticias (Peter Finch) apela al hartazgo
general de la población por la crisis económica y social, durante su espacio
informático. Una astuta productora (Faye Dunaway), decide explotar a este
personaje con el fin de alcanzar los más altos ratings. El escándalo vende,
aunque dicha manipulación no sea ética… y muy pronto se darán cuenta.
Sobre esta misma línea está la
cinta El Cuarto Poder (1997) de Costa-Gavras, sobre un
reportero (Dustin Hoffman) que se ve atrapado, sin querer, en una situación de
rehenes por un empleado inconforme (John Travolta), situación que decide
aprovechar al máximo para salir del olvido. Con el fin de elevar su rating y
reposicionarse, no duda en manipular la situación ante los medios, con
consecuencias funestas. El terror como entretenimiento.
Y justo hablando de esto mismo, de
la relación entre morbo, ética y entretenimiento, está el filme Nightcrawler (Gilroy, 2014), donde un
excelso Jake Gyllenhaal interpreta a Louis Bloom, un hombre que busca triunfar
en el mundo de la nota roja. Empieza a cazar accidentes, asesinatos, suicidios
y crímenes, para, cómo él dice, “ganarse la lotería”. No tendrá llenadera.
En un momento que las líneas
entre información y entretenimiento, son cada vez más difusas, no está de más
detenernos en reflexionar el tremendo papel ético que tienen los medios… y las
narrativas cinematográficas nos ayudan a hacerlo.
X: @adriana99
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Mi crítica de La
Sustancia en Reforma: https://www.reforma.com/la-sustancia-impecable-y-atemporal/ar2875648
Mi crítica de Lobos
en Reforma: https://www.reforma.com/lobos-entretenida-pero-con-fallas/ar2879761
Mi crítica de Casi el
Paraíso en Reforma: https://www.reforma.com/casi-el-paraiso-atractiva-adaptacion-literaria/ar2871978
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