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Red, Transformación Social y Lenguaje Inclusivo



 

Aunque no es muy aceptado en México, no se puede entender la rápida propagación del lenguaje inclusivo en los países hispanoparlantes sin tomar en cuenta que internet operó como un vaso transversal comunicativo entre sus proponentes y nuevos usuarios.

 

Dr. Eduardo Portas

En Twitter ahora X @EduPortas

Director de HitPoint.mx

 

Desde la sobremesa hasta los foros académicos, el lenguaje inclusivo ha echado raíces en México, las cuales pueden trazarse hasta la red. Esta lógica rizomática no ha sido escueta ni obvia pero el común denominador se halla en toda su extensión como la transversalidad de la red.

 

Así, muy a pesar de sus críticos, el lenguaje inclusivo es usado todos los días por millones de mexicanos –ya sea en broma o en serio– cuando se comunican en el mundo físico o digital.

 

En HitPoint.MX levantamos un cuestionario digital sobre lenguaje inclusivo que fue respondido por más de mil mexicanos, uno de los primeros esfuerzos de este tipo en el país. Los resultados fueron sorprendentes y tumban diversos mitos sociales creados alrededor de éste.

 

De entrada, a pesar del ruido que se genera alrededor del mismo, solo dos de cada diez personas usan el lenguaje inclusivo y no sexista en su día a día en México.

 

Pero no solo eso, el 62% de los encuestados dijo estar en desacuerdo o completamente en desacuerdo en generalizar el uso del lenguaje inclusivo en México.

 

La tendencia en contra fue casi idéntica (63%) cuando se le preguntó a los encuestados si se debe generalizar la enseñanza del lenguaje inclusivo en las escuelas primarias del país.

 

Cabe resaltar que la muestra de 1046 mexicanos estuvo compuesta por 52% de mujeres, 47% de hombres y otro 1% que prefirió no definirse. La media de edad fue de 46.5 años.

 

Desde hace unos años, el lenguaje inclusivo ha causado fuerte polémica entre los mexicanos. El uso de las marcas diferenciadas “E”, “X”, “@“ de forma hablada y escrita (“compañere”, por ejemplo) es cada vez más común en ambientes escolares, familiares y laborales.

 

Sobre esta complejidad lingüística se añade una capa ligada al intenso debate de identidad y género ya visto en otros países desde hace unos años, pero intensificado a partir del mayor tiempo que las personas comenzaron a pasar en las redes sociales y el internet. México no ha quedado exento de ese forcejeo.

 

De forma paralela, el uso del desdoblamiento (“las funcionarias y los funcionarios”) también avanza en las instituciones del país.

 

Si bien no se puede decir con precisión de dónde surgió el lenguaje inclusivo, nuestra revisión documental halló que el bloque académico que lo impulsa con mayor fuerza proviene de Argentina, Chile y España y el escrito más antiguo que encontramos al respecto data del 2010.

 

Sea como sea, el lenguaje inclusivo aparece de manera cotidiana en nuestra realidad, nos guste o no. Las redes socio-digitales han potenciado su uso y viralización, lo que solo ha incrementado la polémica alrededor del mismo.

 

De regreso a los datos de nuestra encuesta, el rechazo a la normalización de las marcas diferenciadas de género en la escritura como “E”, “X”, “@“ (“todes, tod@s, todXs”) fue claro: solo 14.5% dijo estar de acuerdo o bien completamente de acuerdo en extenderlas a nuestra cotidianidad.

 

Cuando se les preguntó específicamente sobre la posible generalización de la polémica marca “E” en la escritura y el habla, respectivamente, los resultados fueron claramente en contra. En el primer caso 76% dijo estar en desacuerdo o completamente en desacuerdo, mientras que 77.5% en el segundo.

 

Es decir, una parte muy pequeña de los encuestados aceptaría la generalización de la “E” en el habla o escritura cotidiana para referirse a personas u objetos de manera “neutra”. EL desdoblameinto, en general, tiene mucho mejor aceptación entre los mexicanos (“las compañeras y los compañeros”).

 

De la misma manera, los mexicanos rechazaron el argumento en donde se establece que el lenguaje inclusivo es una evolución del español. Por tanto, sigue ese argumento, y como cualquier otro ser, debe adaptarse a una nueva realidad. 

 

El 64% de los encuestados rechazó esta lógica. Lo mismo el argumento de que esta forma de hablar se usa para crear sociedades más justas: el 65% dijo estar en desacuerdo o completamente en desacuerdo.

 

Este último punto es relevante en vista del ruido de las cancelaciones que las críticas al lenguaje inclusivo generan en las redes sociales. Al igual que muchos otros fenómenos digitales, parecería que la importancia del lenguaje inclusivo se exagera en la red. La realidad nos dice otra cosa. Su uso es marginalmente aceptado por los mexicanos.

 

Dicho eso, el grupo que sí lo usa con fuerza adquiere cohesión a partir de la transversalidad de la red como cualquier otra subcultura que ahí habita.

 

De las 205 personas que nos dijeron usan el lenguaje inclusivo todos los días casi siete de cada diez (68%) afirmaron que es una forma de empoderamiento contra estructuras sociales y económicas que consideran han sido o son injustas.

 

De manera crucial, la mayoría de este grupo (64%) aseguró que las personas de mayor edad con las que conviven rechazan el uso del lenguaje inclusivo. Es decir, en México el uso o rechazo del lenguaje inclusivo proviene, antes que nada, de factores generacionales.

 

De manera relevante, la marca diferenciada de género que usan con mayor frecuencia al escribir es el desdoblamiento (“las ancianas y los ancianos”). Un 44.5% de las personas que dijo usarlo todos los días se inclinó por esa opciones.

 

Sin embargo, un porcentaje nada despreciable (25.5%) manifestó que usa la “E” con mayor frecuencia (“Todes”). Le siguieron el uso de la “X” (“TodXs”) con 16% de frecuencia y el “@“ (“Tod@s”) con el 14% restante.

 

En otro orden de ideas, más de un tercio de los individuos (39%) que dijeron usar el lenguaje inclusivo o incluyente lo hacen con cualquier persona en el mundo real o bien por internet. Otro porcentaje importante (28%) lo usa exclusivamente con personas de la comunidad LGBTTTIQ+, ya sea en el mundo real o virtual. Otro grupo considerable (26%) lo hace con cualquier persona en el mundo real y un porcentaje menor solo vía internet (7%).

 

Finalmente, cabe resaltar que el lenguaje inclusivo es usado más frecuentemente por las mujeres. De hecho, casi 70% de las personas que respondieron nuestro instrumento y aseveraron usar el lenguaje inclusivo todos los días fueron del sexo biológico femenino, especialmente las jóvenes de 19 a 25 años (23%).

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