La papidad sintética: cuando la inteligencia artificial reconfigura el poder, el símbolo y el simulacro
- Jorge Alberto Hidalgo Toledo
- 3 may
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Por: Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Human & Nonhuman Communication Lab, Facultad de Comunicación, Universidad Anáhuac México
Una imagen que no busca representar, sino dominar el relato.
La publicación de Donald Trump en la que se muestra a sí mismo como Papa, en una imagen evidentemente generada por inteligencia artificial y compartida sin contexto ni comentario alguno, es más que un simple gesto provocador o un acto de trolling político. Se trata de una intervención simbólica que colapsa los límites entre lo sagrado y lo digital, entre la fe y el espectáculo, entre el cuerpo real del líder y su doble computacional.
Y aunque muchos lo hayan tomado como una broma, una provocación o un meme más en la vorágine del metacapitalismo digital, el gesto no es banal. Es profundamente revelador.
Cuando el simulacro devora lo simbólico
Jean Baudrillard advertía que la hiperrealidad no es la distorsión de lo real, sino su desaparición bajo capas de representaciones que ya no remiten a nada: “la simulación ya no es una copia de lo real, sino que se convierte en verdad por derecho propio”. La imagen de “Pope Trump” es precisamente eso: no es sátira ni aspiración, sino la afirmación de una lógica posmoderna en la que ya no es necesario ocupar un cargo para detentar su poder simbólico. Basta con parecerlo. Basta con postearlo.
En el contexto de la reciente muerte del Papa Francisco, figura profundamente reformadora y humanista, la aparición del “Trump Pontífice” generó reacciones cruzadas: adoración mesiánica, sarcasmo colectivo, repudio visceral. Pero lo fundamental no está en las respuestas, sino en la interrupción ontológica que provoca: si la IA puede crear imágenes que parecen verosímiles, y si un expresidente puede vestirse de obispo romano sin consecuencias, ¿qué le queda a lo verdadero como categoría?
La fe, la política y el deep fake emocional
Más allá del meme, la foto activa un archivo cultural vasto. El papado, históricamente, ha representado el umbral entre lo humano y lo divino. Y al colocarse en ese trono simbólico, aunque sea digitalmente, Trump no solo coquetea con el poder teológico: se arroga la facultad de convertirse en profeta del algoritmo, en avatar de un cristianismo transfigurado por el deseo populista y el culto a la personalidad.
El gesto recuerda a lo que Byung-Chul Han advierte sobre la “sociedad de la transparencia” donde lo sagrado y lo opaco desaparecen en favor de lo visible, lo digerible, lo compartible: “la desaparición de lo otro implica también la desaparición de la posibilidad del asombro, de la alteridad". El “Papa Trump” es todo lo contrario al misterio: es la afirmación de que el espectáculo es suficiente.
¿Quién guarda hoy la integridad del símbolo?
En la iconografía clásica, la investidura papal era también un acto de silencio, de sumisión espiritual, de renuncia al yo. En la era de los filtros y los deep fakes, la investidura es autogenerada, sin comunidad ni rito, sin fe ni obediencia. Solo se necesita una aplicación y un deseo de poder.
Y sin embargo, las multitudes reaccionan. Lo reproducen. Lo discuten. Se indignan o celebran. Porque el simulacro no solo sustituye a lo real, lo convierte en accesorio. La fe, el luto por Francisco, el poder de la imagen pontificia, todo se disuelve ante el algoritmo que produce y distribuye sin pausa.
¿Hasta dónde puede llegar un archivo imaginario antes de devorar la historia misma?
La inteligencia artificial, como nuevo oráculo, no solo genera contenido. Produce realidades paralelas en las que los límites entre aspiración, parodia y propaganda son cada vez más borrosos. Y cada líder, cada usuario, cada imagen es susceptible de convertirse en mito generado.
En esta nueva teología mediática, los santos son avatares, las escrituras son tuits, y los milagros se miden en likes. ¿Pero quién velará entonces por la integridad de lo sagrado, por la autenticidad de lo humano, por el silencio necesario del duelo y el asombro?
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