Despertar de una Nueva Era: La IA como Motor del Cambio Global en 2025
- Jorge Alberto Hidalgo Toledo
- 23 may
- 6 Min. de lectura

Por: Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Human & Nonhuman Communication Lab, Facultad de Comunicación, Universidad Anáhuac México
La inteligencia artificial (IA), alguna vez relegada al ámbito de las ficciones distópicas, hoy forma parte ineludible de nuestro presente. Desde las fábricas hasta las consultas médicas, pasando por las finanzas y las políticas públicas, la IA está marcando el ritmo de la transformación en un mundo global interconectado.
En el horizonte actual, esta tecnología no solo representa una herramienta, sino un espejo que refleja nuestras aspiraciones, miedos y, sobre todo, la dimensión ética que aún no hemos logrado integrar de manera coherente en sus aplicaciones. De cara a 2026, el informe Technology and Innovation Report 2025 revela que la IA está redefiniendo no solo las estructuras laborales y económicas, sino también las dinámicas de poder y control a nivel mundial. Pero más allá de los números y las proyecciones, se alza una pregunta inquietante: ¿cómo aseguramos que esta poderosa herramienta sirva para mejorar nuestras vidas sin que se convierta en un instrumento de opresión o exclusión?
Tecnologías Fronterizas: El Surgimiento de la Quinta Revolución Industrial
La rápida expansión de tecnologías fronterizas como la IA, 5G e Internet de las Cosas (IoT) ha dado lugar a lo que muchos denominan la quinta revolución industrial, una revolución marcada por la convergencia de la tecnología y la vida cotidiana.
Para 2033, se prevé que este sector alcance los 16.4 billones de dólares, con la IA generativa ocupando un lugar prominente en este panorama. Sin embargo, en su camino hacia la hegemonía, la IA se enfrenta a desafíos éticos, antropológicos, culturales, económicos y sociales, que ponen en evidencia la gran disparidad entre países desarrollados y en desarrollo. Mientras que las grandes potencias como Estados Unidos y China dominan la investigación, el desarrollo y la inversión en IA, muchos países de América Latina, África y Asia aún luchan por integrar las infraestructuras necesarias para hacer frente a este cambio.
Este cambio está dominado por unos pocos gigantes tecnológicos, cuya concentración de recursos y conocimiento redefine no solo las industrias, sino también las relaciones de poder global. Es paradójico que, mientras las grandes corporaciones concentran el desarrollo de la IA, muchas naciones enfrentan retos colosales para participar en esta transformación, lo que genera una brecha entre países desarrollados y en desarrollo que podría dejar atrás a gran parte de la población mundial.
¿Dónde queda el resto del mundo en este paisaje digital? Mientras que los gigantes tecnológicos estadounidenses y asiáticos controlan más del 80% de la inversión empresarial en I+D, la periferia digital corre el riesgo de quedar excluida de los avances fundamentales que podrían mejorar la vida de millones. Y no se trata solo de una cuestión de acceso a la tecnología: es una cuestión de poder y de la capacidad de un país para influir en los valores que guían esa tecnología.
Este modelo plantea una reflexión fundamental: ¿quién debe decidir el rumbo del futuro tecnológico?. Si la creación de conocimiento está en manos de unos pocos, ¿cómo podemos garantizar que la IA sirva para todos y no solo para los poderosos? La asimetría en el acceso a la tecnología está planteando una nueva forma de colonialismo digital, donde el sur global se ve marginado frente a un mercado dominado por países y corporaciones de occidente.
IA y la Transformación de la Fuerza Laboral: Eficiencia o Desplazamiento
La promesa de la IA siempre ha estado ligada a la mejora de la productividad. En sectores como la manufactura, la salud y la educación, la automatización ha demostrado ser una herramienta poderosa para optimizar procesos.
En el sector laboral, la IA ya está alterando el panorama. Mientras que algunas profesiones, principalmente las cognitivas y de alto nivel, se benefician de una mejora en productividad gracias a la automatización, otras se ven desplazadas por las mismas tecnologías que inicialmente prometían mejorar la calidad de vida humana. Por ejemplo, en la atención al cliente, la IA es capaz de resolver el doble de problemas por hora, pero esto no ha sido una panacea para los trabajadores de bajo nivel, que en muchos casos han visto sus empleos ser reemplazados por máquinas que gestionan transacciones sin la intervención humana.
La IA ofrece una disyuntiva crucial: puede ser un complemento poderoso para los trabajadores, aumentando su capacidad y eficiencia, o una amenaza que erosiona los niveles salariales y crea una polarización en el mercado laboral. En este sentido, las políticas públicas deben orientarse hacia un modelo de “IA complementaria”, que no solo potencie la capacidad humana, sino que también garantice que los trabajadores sean los beneficiarios principales de los avances tecnológicos.
En este punto, el informe introduce una nueva perspectiva: la de un trabajo colaborativo entre humanos y agentes digitales. Aquí, la colaboración y el empoderamiento de los trabajadores mediante la gestión de equipos híbridos —integrando tanto seres humanos como agentes digitales— se perfilan como la respuesta para la transición. Sin embargo, esto requiere no solo un rediseño de las estructuras laborales, sino también una formación continua y el desarrollo de habilidades digitales que permitan a los trabajadores adaptarse a este nuevo paradigma. Esta transformación desafía nuestros conceptos de liderazgo, decisión y creatividad, valores intrínsecamente humanos que deben coexistir con la eficiencia algorítmica.
El Poder de la Sinergia: IA y Otras Tecnologías Emergentes
A medida que la IA avanza, su intersección con otras tecnologías de frontera como el Internet de las Cosas (IoT), la impresión 3D, y la robótica está configurando lo que podría considerarse la quinta revolución industrial. A diferencia de la cuarta revolución, que estuvo dominada por la automatización, la quinta revoluciona la colaboración entre humanos y máquinas. Las fábricas inteligentes, los drones autónomos y las ciudades sostenibles son solo algunos de los ejemplos de esta sinergia que transforma los procesos de producción y consumo.
La Brecha Digital Global: Desafíos para los Países en Desarrollo
El informe también destaca una desigualdad fundamental: la brecha digital. Si bien las economías avanzadas han invertido significativamente en I+D para fomentar la IA, los países en desarrollo luchan por incorporarse a este movimiento. La infraestructura digital es uno de los mayores obstáculos para estos países, que deben enfrentar desafíos como el acceso a internet y la energía eléctrica. Sin una infraestructura adecuada, muchas regiones corren el riesgo de quedarse atrás, perpetuando la exclusión social y económica.
Al mismo tiempo, el informe menciona cómo algunos países en desarrollo están aprovechando la IA en sectores como la agricultura y la salud, mejorando las predicciones agrícolas o diagnósticos médicos.
La falta de infraestructuras digitales adecuadas, la escasez de datos locales y la brecha en las habilidades digitales son obstáculos difíciles de superar.
La solución no reside únicamente en la adopción masiva de tecnologías avanzadas, sino en la creación de políticas inclusivas que fomenten una infraestructura digital sostenible y accesible. Esto implica la implementación de marcos de gobernanza global que no solo promuevan la colaboración internacional, sino que también garanticen la equidad en el acceso y en el desarrollo de la IA.
La IA inclusiva puede ser una herramienta para mejorar la calidad de vida, pero solo si las políticas públicas se enfocan en garantizar el acceso equitativo a la tecnología y en fomentar la cooperación internacional para el desarrollo de infraestructuras y la seguridad cibernética.
Hacia una Política Industrial de IA Inclusiva
Una de las recomendaciones clave del informe es la necesidad de políticas industriales inclusivas que promuevan no solo la adopción de la IA, sino también la innovación accesible para todos. Las políticas deben ser integradoras y buscar la cooperación entre el sector privado y el público. Además de fomentar la alfabetización digital desde las etapas más tempranas de la educación, es fundamental que los gobiernos diseñen regulaciones claras sobre la protección de los datos, la privacidad y la transparencia en el uso de algoritmos.
La cooperación internacional será esencial para evitar que el progreso tecnológico conduzca a una nueva división digital. La tecnología debe ser vista no solo como un medio para generar ganancias, sino como una herramienta que debe beneficiar a toda la humanidad, sin dejar atrás a los más vulnerables.
El Futuro de la IA
El informe obliga en todo momento a reflexionar sobre el futuro ético de la inteligencia artificial. En última instancia, la IA no es solo una cuestión de innovación tecnológica o de rentabilidad económica, sino también de responsabilidad social. La pregunta que debemos plantearnos es: ¿cómo aseguramos que la IA no refuerce las desigualdades existentes, sino que, por el contrario, actúe como un puente hacia un mundo más justo?
El informe insiste que para que la IA cumpla con su potencial inclusivo, los países deben adoptar un enfoque de gobernanza global que priorice los intereses humanos sobre los corporativos. La IA debe ser regulada, supervisada y adaptada para servir a los objetivos de desarrollo sostenible, no solo a las demandas del mercado.
Por tanto, es crucial que las políticas públicas promuevan el uso de la IA para mejorar el bienestar humano y no para socavar los derechos fundamentales. La IA puede ser una fuerza transformadora, pero su implementación debe estar acompañada de un marco ético que garantice la equidad, la justicia social y la inclusión digital. La transformación que está por venir no solo debe medir su éxito en términos de productividad o innovación, sino en su capacidad para preservar la dignidad humana y fomentar la cooperación global.
Quizá la gran pregunta sigue siendo la misma: ¿estamos realmente preparados para enfrentar las profundas implicaciones sociales de la inteligencia artificial? Como sociedad, debemos estar dispuestos a tomar las riendas del futuro digital, asegurándonos de que la tecnología trabaje para todos, sin excluir a nadie del futuro que estamos construyendo. Como ven, la pregunta no es tecnológica sino existencial.
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