Patrocinador oficial

ads header

News

Mi otro yo digital (Y los demás que vendrán)


Vinicius Covas

Últimamente, ando pensando en qué momento dejamos de ser nosotros mismos y empezamos a ser nuestra versión digital. Y lo digo, ya que recién he creado mi propio avatar idéntico a mi versión y que se conecta en vídeo en mis llamadas de Zoom y contesta cualquier pregunta.

La pregunta parece simple, pero esconde una complejidad fascinante. Nosotros estamos constantemente oscilando entre diferentes versiones de nosotros mismos, esto se sabe. Como escuché hoy en un evento participé “somos la misma persona, pero diferentes versiones de personas”. Pero y ahora con el entorno digital muy inherente a nuestras vidas, ¿cuántos somos?

Hace una década, podíamos separar claramente nuestra vida "real" de nuestra presencia digital. Hoy, esa línea no solo se ha difuminado - ha desaparecido por completo. Cada mensaje de WhatsApp, cada correo electrónico, cada publicación en LinkedIn es simultáneamente un acto de comunicación y un pincelazo en el autorretrato digital que estamos pintando constantemente.

Y aquí está la paradoja: cuantas más herramientas tenemos para expresarnos, más difícil se vuelve ser auténticos. Y lo digo por mí. Mi personalidad en LinkedIn no es la misma en Instagram, mucho menos en Tiktok…

Piensen en esto: tenemos un yo profesional en LinkedIn, cultivado cuidadosamente con publicaciones sobre liderazgo y desarrollo profesional. Un yo más personal en Instagram, donde compartimos momentos de vida cuidadosamente curados. Un yo académico en espacios como ResearchGate o Google Scholar. Y quizás un yo más reflexivo en plataformas como Medium o Substack.

Cada una de estas versiones es real y artificial al mismo tiempo, como un holograma que cambia dependiendo del ángulo desde el que lo mires.

Ya no nos comunicamos para compartir quiénes somos; nos comunicamos para descubrir quiénes podemos ser. Y hoy en día podemos ser lo que queramos.

Hace un mes yo decidí ser programador y con la IA en intermedio logré crear mi primera app. No sé qué me tocará ser en un par de semanas. Y desde ahí entra lo que me atreveré a comunicar para descubrir que podré ser. Esta idea me persigue.

La comunicación se ha convertido en un acto de exploración identitaria, un laboratorio donde experimentamos con diferentes versiones de nosotros mismos. Cada tweet es un experimento. Cada post es una hipótesis sobre quiénes somos o quiénes podríamos ser. Y claro, aquí entramos con toda la validación de los “seguidores” que ahora dictarán lo que sí puedo o no ser.

Claro, con la llegada de la IA generativa y los metaversos emergentes, esta exploración está a punto de volverse aún más compleja. Pronto, nuestras identidades no solo serán múltiples, sino también aumentadas tecnológicamente. Imaginen conversar con una versión de ustedes mismos entrenada por IA - así ta cuál ando haciéndolo - o mantener reuniones profesionales a través de avatares que reflejan aspectos específicos de su personalidad.

¿Suena a ciencia ficción? Ya está sucediendo. Yo lo estoy haciendo, tengo mi propio gemelo digital.

Pero permítame provocar un poquito. En lugar de diluir nuestra autenticidad, esta multiplicidad podría estar enriqueciéndola. Como un prisma que descompone la luz en sus diferentes colores, la tecnología está permitiéndonos explorar y expresar facetas de nuestra identidad que quizás siempre estuvieron ahí, pero que no teníamos forma de manifestar.

La clave no está en resistir esta transformación, sino en navegarla conscientemente. En reconocer que nuestra identidad digital no es una máscara que nos ponemos, sino un espejo que refleja diferentes aspectos de quiénes somos.

Y tal vez, solo tal vez, la verdadera autenticidad en la era digital no consiste en mantener una única versión coherente de nosotros mismos, sino en abrazar la complejidad de nuestras múltiples expresiones digitales.

La próxima vez que actualicen su perfil de LinkedIn o publiquen una historia en Instagram, pregúntense: ¿Esta versión de mí es menos auténtica de lo que yo considero que sea la autenticidad? ¿O será otra faceta de una identidad que, como la propia tecnología, está en constante evolución?

Y aquí entra esa compleja teoría científica llamada: depende… Después de todo, ¿qué es la identidad, sino un trabajo en constante progreso?

No hay comentarios

Gracias por tu mensaje, en breve te respondemos