Cine, comunicación y salud
Dra. Adriana
Fernández Rodríguez Macedo
“No ganamos medalla
de oro en las olimpiadas, pero tenemos salud,” o “no soy rico, pero lo bueno es
que tengo salud.” Sonará a premio de consolación, sonará a cliché, pero es
cierto: la salud no se compra con nada.
Hablaremos de una
serie y un par de películas recientes, que justamente hablan de la industria de
la salud y el bienestar.
Está la serie de Medicina Letal (Fitzerman-Blue 2023),
que se puede ver en Netflix y que nos cuenta la historia de personas a las que
afectó la epidemia de los opioides en Estados Unidos. Relata cómo, a través una
campaña de mercadotecnia muy agresiva, los vendedores de una farmacéutica
convencen a los doctores de recetar una nueva medicina: OxyContin.
Esta serie está
basada en un artículo que salió en una revista americana, sobre cómo la familia
Sackler, dueña de Purdue, se intenta reinventar vendiendo un nuevo medicamento
contra el dolor. Todo eso, en teoría, suena muy bien: ¿quién no quiere acabar
con el dolor?
El tema es que ese
medicamento contiene el doble permitido de morfina.
Esta serie protagonizada por Matthew
Broderick, resulta extraña a ratos, porque mezcla momentos trágicos con la
sátira. Es impactante que, debido a este medicamento que esta farmacéutica,
mercadeó tan agresivamente, hoy hay millones de adictos al fentanilo. O sea, es
un problema que nos afecta a los mexicanos directamente por el tema del
narcotráfico.
En la misma
plataforma podemos ver la película Descuida,
yo te cuido (Blakeson, 2020). En ella, nos cuenta como una mujer astuta y
despiadada, Marla Grayson (Rosamund Pike), tiene un próspero negocio: busca a
personas de la tercera edad que han sido olvidadas por su familia, para
convertirse en su tutora legal. Poco a poco, va subastando sus propiedades,
haciéndose de sus cosas, impidiéndoles tomar control de sus decisiones. Un
secuestro en vida.
Esta cinta mete el
dedo en una herida dolorosa: la condición vulnerable de los mayores, la falta
de empatía, el anciano como desechable, una pieza en un jugoso negocio.
El material del
guion tiene varias texturas: confluye el drama, con puntadas de thriller, todo
hilado con un humor bastante oscuro. El director logra que nos enganchemos en
la trama, tomemos partido y acabemos sorprendidos.
Parte de la eficacia
del film, está en las buenas actuaciones tanto de Pike como de Peter Dinklage.
La primera con esa característica de rubia fría y despiadada y el otro, con una
contención perturbadora. Cierto que la
película no es perfecta, con algunas inconsistencias en la historia. Aún así,
acapara toda nuestra atención y sirve, además, de reflexión.
Y no podríamos
dejar de mencionar la película de El
precio de la verdad (Haynes, 2020), que se puede ver en la plataforma de Prime.
Esta película nos lleva a Estados Unidos, en 1998. Ahí conocemos a un abogado
corporativo, Rob Bilott, interpretado por Mark Ruffalo. Él acaba de ser
nombrado socio en un prestigioso bufete de Cincinnati. Todo va bien, hasta que
un granjero lo va a visitar para contratarlo. Resulta que los animales de su
granja, están muriendo.
Esta cinta está
basada en hechos reales y nos lleva a un juicio de responsabilidad civil por contaminación
ambiental, que confronta a gente común y corriente contra un gigante de la
industria química, como lo es la compañía Dupont.
La historia está
muy bien contada, porque pese a que transcurren los años, a que se utilizan
términos legales y se maneja mucha información, no se hace pesada ni confusa.
En ello tiene que ver la buena dirección de Todd Haynes, al quien conocemos por
filmes como Carol (2015) y Lejos del Cielo (2002)
Ruffalo es un actor
muy polifacético que lo mismo puede hacer de superhéroe, que un rol dramático.
Anne Hathaway, quien aparece como su esposa, aquí tiene una buena actuación,
que parece evadir la maldición del Óscar.
En este mismo tenor
están otras cintas enfocadas en demandas colectivas por provocar enfermedades
como consecuencia de la polución, como Erin
Brokovich (Soderbergh, 2000), por la cual Julia Roberts se hizo con un
Óscar y Michael Clayton (Gilroy,
2007).
Después hacer este
recuento fílmico, confirmamos: la salud no se puede comprar… pero hay quiénes
siempre verán, en ese segmento, oportunidades para cobrar.
X: @adriana99
IG:
@adrianafernandezcine
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